Estoy al descubierto.
Ayer mientras hacia bicicleta en el gimnasio me vino un dolor de alma. Sentí que me invadía la tristeza, las ganas de llorar.
Y aunque parecía un ataque de pánico creo que fue mucho más que eso. Y es que simplemente me escuché.
Hace unas semanas sentía que mi cuerpo era mayor a mi ser. Me sentía desorientada, como si viviera en una gran cueva que era mi cuerpo y desde el fondo gritaba y observaba como pasaba el día.
Distintamente, desde ayer, estoy rara, igual que antes pero diferente.
Me siento. Me escuchó. Me descubro expuesta.
Siento que mis actitudes de siempre, la de la mujer fuerte y contenida, me abandonan.
Estoy expuesta a todo. A las palabras agresivas y mal intencionadas, así como a las dulces y gratificantes. Las palabras de amor resuenan fuertemente en mi corazón y me alboroto. Y es de ello de lo que me escondo y corro. Siempre hay una buena razón para no ceder...siempre, a excepción de estos días. con excepción de hoy y menos mal, porque hoy en la noche me aferraré a los Juan Pablo II y mañana espero ya no estar tan así.
Deben ser los días, debe ser el cansancio, o como siempre que me pasa esto, cuando algo grande me abofetea el corazón.
Es el amor dice el Sensei, es el trabajo dice mi mamá, es la monotonía dice mi hermana, yo creo que es un poco de todo y también un poco de nada.
"Como no mirarme si tu me has mirado...?"

